Prologo, Los Escribanos De
Loen
El cronista Gonzalo Mendoza de Arroyos (1538-1600) relata en su libro
Relaciones y
comentarios la historia de un grupo de escribanos loenianos de su
época. Cuenta como
estos escribanos, cuya función principal era transcribir las
crónicas históricas de la región
de Loén, habiendio quedado sin la dirección de su Oficial
Mayor, Abelardo Nuñez de
Arce, y encontrando escaso material para su oficio, cayeron en el
pasatiempo de crear
juegos linguísticos que después de varios años
compilaron bajo el título de Altas cosas.
Nuñez de Arce se había ausentado en una visita oficial a
España que inexplicablemente
se prolongó. Después de algunos años (Mendoza de
Arroyos estima que fueron cinco o
seis años), los escribanos habrían de saber por boca del
mismo Nuñez de Arce las
vicisitudes que este había corrido. La fragata
"Alcántara" en la cual viajaba había
naufragado en el mar Caribe y él, y otros tres pasajeros, lograron
salvar a nado la distan-
cia hasta una pequeña isla próxima al desastre tan
sólo para encontrarse esclavizados por
los aborígenes de la isla. Los días se dilataron en meses,
los meses en años, mas un ataque
de piratas ingleses que merodeaban los puertos españoles del Nuevo
Mundo, cambió su
condición de esclavo de los aborígenes, a cautivo de los
ingleses que forzaron su
cooperación como guía en incursiones contra los puertos
españoles que proveían metales
preciosos. Finalmente, en el tumulto de una de las muchas batallas que
presenció, logró
escapar a los montes araucanos y emprendió la ardua caminata hasta
Cuzco, donde
recibió la asistencia de las autoridades para poder regresar a
Loén. Lo que interesa en este
contexto, sin embargo, no es tanto los infortunios del Oficial Mayor,
sino el fruto de la
"ociosidad hacendosa''-como la califica Mendoza de Arroyos-de los
escribanos que,
confusos ante la larga ausencia de su director y ante la inaudita falta
de reanudación de
la Conquista en la región, como diversión empe~aron a
ingeniar sus "divertimientos
linguísticos", Igunos de los cuales pueda tener
interés para los anales de la Conquista y
quizás para filólogos, linguistas y ciertos
antropólogos de hoy día.
La existencia de la obra de los escribanos de Loén-aunque
también mencionada por
José de Acosta-fue cuestionada por posteriores historiadores y
estas dudas no cesaron
hasta 1965 cuando, al excavar los cimientos de la primera iglesia de
Loén para refor-
zarlos, se tropezó con una canoa de madera incorruptible que
tapada por una lámina
metálica habría sido enterrada para proteger-durante las
represalias indígenas-las reli-
quias de la iglesia y libros guardados en sus depósitos. La suerte
me deparó presenciar la
exhumación de dicho hallazgo; mi interés en documentos
coloniales me indujo a ex-
aminar con esmero los textos que legaron los escribanos de Loén.
Estos manuscritos están
agrupados en veintidós tomos. Además de estos, se
encontró un volumen aparte escrito
por uno de los escribanos-incorregible diarista-que detalla la manera en
que se
decidieron por tan singular diversión. El diarista relata que un
tal Luzgardo Rea de
Aguirre viendo que habían agotado el recreamiento brindado por los
tomos literarios y
otros que tenían en su posesión, sugirió que
dedicaran sus conocimientos de las dos
lenguas en que eran versados (latín y español) "a
forjar divertimientos linguísticos" . Los
otros escribanos acogieron entusiasmados la idea y no faltaron
sugerencias de los procedi-
mientos a seguir. En esta breve introducción me limitaré a
mencionar algunas de las con-
cepciones que idearon los participantes. El diarista menciona numerosas
otras, pero
referirlas en su integridad abrumaría excesivamente a este corto
prólogo. Además, creo
que su interés en general, no justifica tal inclusión.
Según el diarista, Rea de Aguirre sugirió a sus colegas
que como inicio "plasmasen
escritos" que utilicen las partes individuales de la oración,
verbigracia: que escriban con
sólo artículos, o con sólo sustantivos, etc. Otro,
notando que tenían cuantiosa cantidad
de testimonios e interrogatorios de casos judiciales, propuso que
emplearan estos como
material de manipulación linguística. Otro, ideó
crear un extenso texto conformado de
citas extraidas de crónicas, documentos, poemas, novelas de
caballeria, obras dramáticas
y otros escritos, citas que serían organizadas en una
progresión significativa. Varios par-
ticipantes arguyeron que esta idea fuera rehusada por su aridez y falta
de humor. Más
ameno juzgaron escribir el verso final de supuestos poemas,
después que deliberada y
conscientemente haber imaginado todo el poema. Esta concepción
indujo a uno de los
escribanos a formular su corolario (escribir el primer verso de poemas),
lo que causó gran
regocijo en el grupo ya que casi cualquier oración o frase
podría prestarse a tal propósito.
Otro escribano concibió substraer palabras esenciales a poemas
conocidos para que cada
lector las substituya con palabras de su elección. Otro, propuso
redactar un escrito o
componer un poema y a su lado otro con los precisos antónimos de
las palabras del
primero. También sugirió hacer uso similar de
sinónimos y homónimos. Otro, planteó
ingeniar escritos "en que el dicho y el hecho en la lectura fueran
un mismo acto". El
ejemplo gue incluyo en esta selección fue considerado por los
escribanos "en su intento,
el más logrado'' . El diarista nota que esta noción
sugirió la práctica de inventar ejercicios
en los cuales el acto de la escritura fuera su tema, pero que la
dedicación de los
escribanos a ello "cesó muy pronto por ser este, un juego
redundante y tan finito". El
Koma #3.318 es un ejemplo de dichos ejercicios. Consideraron más
interesante com-
poner escritos "disparatados y vesánicos" (ver Komas
#1.889 y 2.063). Otro escribano
propuso que delinearan "con palabras descriptivas que la nueva
ciencia se arroga" la
separación entre humanos y mundo, y entre mundo y palabras, a lo
cual algunos ob-
jetaron que estos temas eran ya "harto consabido, pues el ser humano
que está poseído
de alma racional, no puede ser parte igual de la natura, asi como las
palabras no nacieron
del mundo sino de Dios, el Verbo en sí" . A pesar de estas
objeciones algunos Komas con
los temas mencionados fueron escritos y a mi parecer el Koma #2.149 es
uno de los más
notables.
No faltó también un escribano que proponga que practicaran
"tales ingeniosidades
de fama en la España como los acrósticos, anagramas y
aquellos escritos que evitan, como
al diablo debemos evitarlo, el uso de ciertas letras". Otro
participante, ideó componer
escritos con alfabetos "inventados para la ocasión", o
bien transformar a las letras del
alfabeto corriente "en representaciones de cosas que el ojo
encuentra en el mundo'', lo
que equivale, en realidad, a un alfabeto ideográfico, como se le
llama hoy en día.
La ingeniosidad de los escribanos tampoco descuidó recrearse con
las posibilidades
musicales y visuales-mas allá de alfabetos
pictográficos-del idioma. Uno de ellos
planteó utilizar palabras por su valor musical descuidando sus
significados. Otro, amplió
esta idea incorporando contracciones y dilataciones de palabras
(quitándoles o
aumentándoles sílabas y consonantes). También
sugirió acopiar sílabas, vocales y consonantes en
composiciones armónicas. Los escribanos hallaron aspectos
pictóricos del
idioma en las mltiples posibilidades de arreglo de palabras, de
sílabas y de letras en la
página. También aprovecharon los signos de
puntuación (la coma, el punto, el punto y
coma, los dos puntos, el guión, los signos interrogativos y
exclamativos, etc.) para crear
diseños y formas emblemáticas: así, un texto
titulado "lluvia" está compuesto por una
infinidad de puntos y de comas en un ordenamiento vertical.
Los escribanos llevaron a una final conclusión los posibles
enlaces entre pintura y
lenguaje en aquellas distracciones que titularon "Cartas a la
amnesia". Estas eran
representaciones pictóricas, a menudo abstractas, frecuentemente
conciliadas al idioma a
través de sus títulos sugerentes de diversos significados.
Esta práctica, según el diarista, la
justificaban-es de suponer que al principio con intención
paródica-con la opinión de
Simónides de Ceos que Plutarca menciona en De gloria
Atheniensum: "Poema pictura
loquens, pictura poema silens" (la poesía es una pintura
parlante, la pintura una poesía
muda). Desafortunadamente la dificultad en reproducir fielmente a los
originales de las
"Cartas a la amnesia'' y la restrictiva amplitud de la presente
antología permiten la in-
clusión de tan sólo dos de ellas de entre más de
cuatrocientas. Creo, sin embargo, que la
anomalía de estos ejercicios en relación a otros
aquí representados demanda incorporar la
sigulente enunciación y comentarios que formularon los
escribanos:
El pasaje también comenta que "el artista, cual el
proverbial amnésico de Eretria, in-
venta historias para colmar las vacíos de su memoria que le
ocasionan dolor . . . Las
historias del artista son aquellas que acceden al pincel, al
mármol, a los movimientos de
su cuerpo, a la música y a las palabras". Explica asimismo,
que el artista al cubrir esos
vacíos-y por extensión, aquellos de la memoria de la
humanidad, siendo el arte un
agregado de creaciones comunalmente preservadas-"sin volición
ni juicio propio" pro-
duce su evidencia. Afirma el escrito que en ello se encuentra la angustia
y el deleite de la
creación artística, en ello la percepción de
nuestros orígenes. Los autores (o quizás fue un
solo creador) insisten que no se considere a la amnesia referida como un
concepto o tesis
aseverando que "es una natura tan real como en la que moramos. Tan
sólo basta ex-
aminar nuestra conciencia para advertir que la inmemorialidad es parte
nuestra, . . . mas
aún, pensar en la historia humana, en los miles cataclismos y
batallas olvidados, o en los
reinados que fueron y que no son en la memoria de nadie". El
comentario prosigue con
meticuloso detalle y es demasiado extenso para referirlo en su totalidad.
Menciona-en-
tre muchos otros aspectos-que el arte participa de la atemporalidad ya
que la amnesia
total niega el transcurso del tiempo. Concluye también que el arte
es un mensaje cuyas
preguntas y respuestas están enmarañadas entre
sí.
Sorprende el tono serio y elevado de la declaración y
comentarios mencionados, lo que
induce a suponer-igual que su tardía inclusión en uno de
los últimos tomos de Altas
cosas-que fue una creación posterior al retorno de Abelardo
Nuñez de Arce, el Oficial
Mayor y cronista. Es también notable el caracter moderno de dicha
exposición que pro-
bablemente fue influida por las creencias animísticas de los
originales habitantes de la
región loeniana, aparte de la más obvia
influencia-mencionada por el diarista-de las
crónicas, cuyo elemento fundamental son las memorias (relaciones
orales o escritas de
hechos históricos). Naturalmente la dedicación de los
escribanos a las crónicas, que son
agregados de memorias, los llevó a contemplar su contrario: la
ausencia de memorias y de la memoria en sí.
Respecto al título de "Komas" que lleva una gran
mayoria de los escritos, el diarista
observa que es un homónimo de la palabra "coma". Esta
palabra, como es consabido,
denota al signo ortográfico que indica las divisiones menores de
la oración y que, al leer,
se expresa con una breve pausa. También significa, como nombre
masculino, al estado
fisiológico de inconciencia que en su aparente vacuidad total
evoca un estado extático.
La presente antología sólo recoge ejemplos de los primeros
cinco tomos y del tomo
veinte de Altas cosas. Mi propósito es simplemente sugerir
la diversidad de juegos
linguísticos a los que se abandonaron los escribanos con incesante
inventiva. He omitido
por su más difícil accesibilidad a escritos en
latín, y por su hermetismo a los textos
linguo-matemáticos que dos de los escribanos crearon.
No menos imaginativos-como evidencia el extenso catálogo que
anota el diarista
respecto a ello-fueron los escribanos en concebir la forma física
que sus libros tomarían.
Mencionaré tan sólo algunas de estas curiosidades. Los
escribanos idearon fabricar un
libro de material transparente, donde todas las letras, sílabas,
frases, oraciones, signos y
aquellas representaciones puramente visuales, flotasen como en un solo
plano. Se im-
aginaron libros redondos que para leer tendrían que irse rotando;
"libros molinos" con
varias "paletas" de papel grueso, e independientes una de
otras, que al rotarse a todas
sus posiciones posibles en trescientos sesenta grados,
recombinarían y multiplicarían
enormemente los escritos; libros de una sola página de
tamaño mural donde los ejer-
cicios linguísticos "encontrarían sus diversos y
propios conciertos que quebrantaran, a
veces, la usanza común de la lectura de siniestra a diestra".
Otra concepción interesante
fue crear un libro-que según el diarista fue llevado a cabo-con
portadas de madera y
cuya portada posterior comprendería un instrumento musical de
siete cuerdas, para que
el lector acompañe su lectura del texto. Años
después de la creación de este libro, apunta
el diarista, se arraigó la creencia de que el significado completo
del libro, se revelaba sólo
a aquellas personas, de gran talento musical y dedicación, que
lograran armonizar--
mientras leían el texto-complejas melodías prescritas por
la tradición. Los escribanos
también concibieron libros que incorporarían materia
orgánica (hojas, flores, madera,
etc.) significativamente interpuesta entre los escritos.
Finalmente, dejaremos para el prólogo de un segundo tomo de esta
obra-si tal
ocasión se presenta-los motivos de tan singular agrupamiento en
Loén de escribanos
que relativo a las exigencias de su obscuro oficio, poseían un
notable grado de cultura.
Referiremos también las palabras que-según Mendoza de
Arroyos-dirigió el Oficial
Mayor a su retorno de España al grupo de escribanos reprobando el
"disipado
propósito" a que habían llegado, e imponiendo las
enmiendas necesarias ordenándoles
que empleen sus días en "loables" empresas. NOTA: Para facilitar la lectura de esta antología, se han substituido con sus equivalencias modernas, algunas expresiones arcaicas y la ortografía desusada de ciertas palabras encontradas en el manuscrito original. Por ejemplo, en la página veintiseis se suplantó la voz "tovajas" con la palabra "toallas", y en las varias oca- siones en que aparecen, se reemplazaron las formas de los infinitivos "fer" y "far" con aquellas de "hacer", su lección moderna. Dicho sea de paso, de que sorprende la usanza de estas dos antiguas ortografías de "hacer" en un escrito-relativamente moderno-como el presente. En Altas cosas se encuentra otra versión del escrito representado en las páginas diec. |